PRÓLOGO
Abres los ojos
y sabes que allí estarán. Son omnipresentes, coloridas, cautivadoras. La mirada
las busca, es difícil, a veces inútil, resistir. Cuando amanece y despiertas
por la mañana es lo primero que ves. Te levantas, vas al baño y seguro que una
de ellas te acompaña. En los buses y trenes del metro son tan numerosas como
las personas. Y en el trabajo, incluso antes del primer café matutino, tienes
la necesidad compulsiva de sentarte frente a la que está en tu escritorio...
para quedarte junto a ella nada menos que durante 9 horas por día, todos los
días.
¡Mira! En este
mismo momento una de ellas se ha apoderado de mi mano derecha y, si estás
leyendo estas líneas, también de tus ojos y de tu atención. Somos cautivos de
su luminosa omnipresencia.
Y no creas que
no saben lo que hacen, lo tienen todo controlado. Tienen ojos intrusos
dispuestos a captar hasta el más mínimo detalle, oídos atentos a cada palabra,
cada sonido, cada ruido, bocas que susurran, cantan o gritan su mensaje de
dominación como si de un mantra se tratara. Ellas lo gobiernan todo, sí, todo.
Incluso a nosotros, los seres humanos. Y llegaron para quedarse, privándonos de
sus sueños, de amistades potenciales o, incluso, de amores impensados...
Es verdad, te
controlan a ti, me controlan a mí. ¿Te gusta eso? ¿Acaso no te molesta? ¿O es
tan cómodo que prefieres que sigan así? ¿Quieres seguir viviendo bajo su yugo
opresor o preferirías para desatar tu rebeldía y acabar con su tiranía? ¿Hasta
cuándo soportaremos el control que ejerce sobre nuestras vidas?
¡Hey, tú! ¡Si,
tú! ¿Qué harías si te liberaras de la tiranía de las pantallas?
Descubriría quiénes me consideran verdaderamente su amiga,
ResponderBorrarCompartiría menos estados y más experiencias,
Volvería a hablar con extraños, como cuando iba en la universidad y era muy caro tener internet en el celular.
Creería en el amor a primera vista