lunes, 6 de octubre de 2014

si te liberaras de la tiranía de las pantallas? XII

BUSCARÍA UNA NUEVA FORMA DE TIRANÍA,
PERO ESTA VEZ CONTROLADA POR MÍ

Desde el evento de aquella noche, cuando vivió en carne propia el significado de la expresión "la tiranía de las pantallas", Quantum C había impuesto una especie de veto sobre la interfaz, que lo llevó a cambiar la página de inicio en todos sus navegadores y dispositivos, a tratar lo más que podía de no usar la cuenta de correo que esta ofrecía e, incluso, hacía lo posible por prescindir de su todopoderoso motor de búsqueda.
Pero nada de eso era suficiente, la Red seguía siendo una herramienta y la interfaz no era más que una pieza de aquella maquinaria de subyugación. Lo peor es que tampoco se sentía tranquilo mirando la televisión y comenzaba a sentir una extraña aversión por su teléfono móvil.
Pero era imposible escapar de la omnipresencia de las pantallas. De hecho, era casi imposible realizar su trabajo sin contar con un computador, la ciencia moderna era inconcebible sin ordenadores, lo que, por supuesto, le daba a aquellos aparatos el increíble poder de ser imprescindibles.
Era el paradigma de la era digital: no es posible acceder a todo el conocimiento existente en el mundo sin la experiencia visual y, por lo tanto, para obtener la información o acceso a la infinidad de contenidos alojados en el entorno virtual, era indispensable tener un aparato que posibilitara verlos cuando estos eran requeridos. Entonces, para conseguir o difundir cualquier tipo de dato, era necesario contar con una pantalla.
"Quizás", despertó pensando una mañana, después de otra mala noche de sueño, "las personas ciegas son la únicas que viven libres de la opresión de las pantallas". La premisa parecía lógica, pero él sentía que no era correcta. Fallaba en algo, y le costó trabajo dar con el qué.
Sabía que la respuesta tenía que ser sencilla, pero estaba siendo particularmente escurridiza. Y ello le resultaba aún más molesto que sentirse atrapado, aun cuando parecía una nimiedad. Tal vez podría  encontrarla rápidamente en la Red, pero no estaba dispuesto a rendirse nuevamente a ella, menos con algo tan simple.
Algo estaba pasando en la cabeza de Quantum C, como si la existencia estuviese jugando con su mente para que no pudiera hilar sus ideas con coherencia. Se dio cuenta de que su constante estado de inquietud lo estaba forzando a alejarse de sus investigaciones. No poder confiar en su computador trastornó la fe que había depositado en la ciencia y en los conocimientos que había ido adquiriendo con los años. ¿Qué prueba había de que todo aquello era cierto y no algún tipo de manipulación para mantener sosegada la mente de los seres humanos?
Se plantó frente a la pizarra de su oficina para tratar de explicarse a sí mismo lo que estaba sucediéndole, pero lo único que consiguió fue escribir unos y ceros. Cuando finalmente comprendió que lo que estaba haciendo no lo guiaba en la búsqueda de respuestas, abandonó el plumón de color rojo y volvió a sentarse frente al escritorio. Durante algunos minutos, que parecieron una eternidad, se limitó a mirar absorto la secuencia binaria que, por azar, había escrito en la pizarra.
—Encendido – apagado – apagado – encendido – apagado – encendido – encendido – apagado – encendido – apagado – encendido – encendido —leyó mecánicamente.
En forma casi imperceptible, los números comenzaron a moverse rítmicamente, siguiendo la secuencia que acababa de leer. En otras circunstancias habría pensado que el estrés finalmente le estaba pasando la cuenta, al nivel de hacerle alucinar con los garabatos dibujados en el panel. En lugar de eso, descubrió en esos números danzantes las respuestas que buscaba.
Primero, los ciegos también eran vasallos de las pantallas. Mal que mal, para cargar la información digital destinada para su uso, se necesitaba que alguien ingresara los datos a donde fuera que se guardara.
Segundo, y más importante aún, descubrió  la fórmula para liberarse de la tiranía que subyugaba y oprimía a los seres humanos: como la información es poder, y son  las pantallas las que controlan la información, la solución radicaba en desarrollar una forma de acceder a ella prescindiendo de la experiencia visual. Para conseguirlo, debía comenzar una nueva búsqueda, una búsqueda que lo llevaría a encontrar una nueva forma de tiranía, solo que esta vez, él sería quien la gobernaría.
La idea, que parecía casi irrealizable, le voló la cabeza durante el resto de la jornada y se fue a dormir con ella, ansioso por despertar con la fórmula para lograr lo que se proponía.
Al otro día, una idea fantástica le hizo pasar por alto el hecho de que por fin pasó una buena noche. Y es que se trataba de una idea que podía revolucionar al mundo entero, y que le hizo gritar con todas sus fuerzas:
—¡Eureka!
—¿Amor? ¿Qué pasó?—le preguntó intrigada su mujer al oír los gritos.
—¡Lo tengo! —exclamó él emocionado.
—¿Qué cosa?
—La clave para la libertad de los seres humanos. Recuerda bien este concepto: Acceso Neural a la Red.
Quantum C estaba en éxtasis. Aun no tenía la menor idea de cómo lo llevaría a la práctica, pero sabía que las respuestas pronto entrarían directo a su cabeza… literalmente.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario